La semi-esclavitud en el campo es una realidad que ha sido eludida en Costa Rica, pero ¿a quién le importa?
El pensamiento, el esfuerzo y la voluntad políticos, la acción gubernamental y de toda la institucionalidad del Estado costarricense, así como los ciudadanos mismos, han dejado de mirar hacia el campo costarricense, hacia el peón explotado.