El movimiento Rescate Nacional que lideró Célimo Guido, en compañía de otros activistas que bloqueaban calles en algunos puntos del país -como Óscar Campos (el diputado 58, hoy mejor conocido como el Sr. Elote)-, planearon montar un golpe de estado contra el presidente Carlos Alvarado.
Así lo reveló Eduardo Cruickshank en su libro “Historia de una Presidencia”, donde narra los pasajes principales de su paso como presidente de la Asamblea Legislativa. Los manifestantes, que incluso usaron la violencia contra la Fuerza Pública y los costarricenses que transitaban a sus lugares de trabajo, pidieron el diputado de Restauración Nacional que se preparara para asumir la presidencia del Ejecutivo.
Un grupo de los manifestantes pretendía romper el orden constitucional y sacar al presidente Alvarado y su equipo de Gobierno con el uso de la fuerza de Casa Presidencial, de manera que pudieran ceder el poder al presidente legislativo.
Sin embargo, Cruickshank manifestó que él siempre se negó a esa posibilidad, sin embargo tampoco denunció esas intenciones, o bien, no lo manifestó en la publicidad de su libro. Entonces ahora cabe la pregunta, ante esa amenaza a la institucionalidad y democracia costarricense, ¿dio a conocer ante las autoridades de Seguridad del país esa amaneza?
“Mi respuesta fue siempre un rotundo no. Dije que en esas condiciones no quería ser el sucesor en el mando, porque nací, me eduqué y me formé en democracia”, comunicó el legislador evangélico.
Cruickshank fue presidente del Congreso de mayo de 2020 hasta abril del 2021, en un período complejo, donde las manifestaciones se dieron en varios puntos del país ante la discusión de la Reforma Fiscal, que finalmente terminó siendo aprobada con los votos de la mayoría de los partidos políticos.
Ahora quieren ser diputados
Los líderes de ese movimiento que algunos han definido como terrorista y anárquico hoy buscan llegan al Congreso de la República mediante las elecciones nacionales que se realizarán el 6 de febrero de este año. Célimo Guido se lanzó por Alajuela con el partido Integración Nacional que lidera el Dr. Wálter Muñoz, hoy diputado de la República.
En el caso de Óscar Campos incluso se lanzó a la presidencia de la República con doble postulación (también es candidato a una diputación en primer lugar por San José) con la agrupación “Encuentro Nacional”.
El movimiento también fue apoyado por el sindicalista Albino Vargas, el ex candidato presidencial José Miguel Corrales en un inicio (luego se retiró porque adujo que el movimiento había sido infiltrado por el narco) y el hoy también candidato presidencial Rolando Araya Monge.
Esos grupos actuaron con total irrespeto a la legalidad costarricense y perjudicaron a miles de costarricenses que necesitaban trasladarse a sus trabajos o por razones de trabajo. Violentaron vehículos y agredieron costarricenses y funcionarios de la Fuerza Pública, además de impedir la libertad de tránsito de los trabajadores.
En varios videos y audios trascendieron varias veces amenazas de Célimo Guido y otros representantes del pequeño pero violento movimiento para prepararse con armas de diferentes tipos y agredir a la Fuerza Pública. Incluso trascendió que intereses del narcotráfico podrían estar acompañando o apoyando esas manifestaciones, pero luego no hubo denuncias ni se reportaron querellas contra los líderes por esas razones.
Contra quienes sí hubo juicios, aunque terminaron desestimados por errores de la Fiscalía -que parecen recurrentes-, fue a los aparentes infractores que pusieron bombas molotov frente a Teletica y la Asamblea Legislativa.
Cuando atacaron Casa Presidencial y pretendieron ingresar por la fuerza alegaron incluso lucha por los derechos humanos, cuando pretendían violentar la seguridad del recinto presidencial. Como no pudieron ingresar, aunque destruyeron parte de la infraestructura del lugar -portones y casetilla-, huyeron en diferentes transportes y Célimo Guido se escondió en un vehículo, protegido por una compañera del movimiento.
Después incluso negaron la pandemia alegando que era solamente una gripe y algunos de sus miembros luego se pasaron al movimiento antivacunas que hoy sigue causando daño.
Al final perdieron fuerza y se diluyeron en esporádicos llamamientos para hacer bloqueos que ya nadie siguió.