Requisitos y tramitología ahogan y cierran las puertas a emprendimientos del arte y la cultura
Los requisitos y tramitología que solicitan las instituciones que administran los recursos para las artes y la cultura, son el principal filtro y el obstáculo reiterado para los emprendimientos del arte y la cultura costarricenses.
Así lo afirman una y otra vez los productores artísticos de Costa Rica, que ven cómo se cierran las puertas de las oportunidades para financiar sus ideas y creaciones cuando deben enfrentar decisiones arbitrarias y solicitudes de requisitos que, en muchos casos, rayan en lo absurdo.
Un negocio que NO es lucrativo
Terminó Transitarte en San José con la acostumbrada afluencia de gente que convierte a este festival veraniego en un éxito, pero muchos de los expositores que ofrecieron sus productos de libros y artesanías de varios tipos tuvieron que pagar onerosas sumas de dinero a la Municipalidad de San José para participar.
Los artesanos deben invertir en toda la operación y pagar un arancel para tener el derecho, pero eso no garantiza que la venta sea lo suficientemente buena como obtener alguna ganancia. En algunos casos, quienes participan apenas cubren los costos y lo hacen solamente para exhibir su amplia oferta a un público que en grandes cantidades llega a “ojear lo que hay”, pero no es comprador necesariamente.

En el caso de algunas artesanías la demanda es buena, porque se trata de productos muy apetecidos. Por ejemplo, la gran cantidad de camiones de venta de comida que poblaron las calles -con larguísimas filas- indudablemente hicieron un gran y negocio redondo, con venta de productos en algunos incluso bastante caros. Y es que, claro está, la comida es algo todas las personas deben comprar, mientras las artesanía, libros y otros productos venden en cantidades pequeñas.
Peor aún es con los libros, que son menos apetecidos que una artesanía, y que enfrentar procesos de elaboración muy caros para convertirse en copias de papel. Son decenas los emprendimientos en esta área cuya única motivación es exhibir y dar a conocer su trabajo y por eso concursan para participar vendiendo libros en Transitarte, ferias y festival del Ministerio de Cultura y Juventud, entre otros, aunque al final no cubran ni los costos.
Requisitos y tramitología
Los artistas y productores, por otra parte, para ganarse el derecho de participar en una tarima (de artes escénicas, musicales y otras), en el próximo Festival Nacional de las Artes deben cumplir con una amplia colección de requisitos: estar al día con Hacienda, estar día con la CCSS, firma digital vigente, tener factura electrónica, estar integrado de Sicop, adquirir una póliza de riesgos del trabajo, elaborar un presupuesto detallado y cumplir con él estrictamente, además de la propuesta, entre otros detalles.
En el caso del Ministerio de Cultura y Juventud, cartera que organiza varios fondos concursables, también impone una lista de requisitos similares y entre los criterios de selección plantea que quienes cumplan con más requisitos tendrán mejor oportunidad de ser considerados para la beca, como sucede con el caso de Salvamento Literario, una beca surgida de una Ley de la República. Es decir, el criterio de selección no es la calidad del proyecto literario ofrecido, sino el nivel de formalidad del proponente.
Muchos artistas acuden a alquilar el servicio de sociedades en regla, es decir, pagarle una comisión de lo ganado a empresas que tienen su negocio de manera formal, en regla y que cumplen con toda la maraña de requisitos. Conocimos de al menos tres casos en Transitarte, pero no quisieron autorizarnos para mencionar sus nombres, de manera que protegemos las fuentes.
Hay una exigencia por la formalidad que inhibe a decenas de artistas a participar. Es decir, el criterio no es la calidad artística y no siempre se presenta lo mejor de las artes del país. Y entonces alguien diría, pero entonces hay que formalizarse, pero eso implica una inversión de costos fijos importante.
Por ejemplo, tener una sociedad jurídica implicar pagar un impuesto, tener una firma digital implica pagar un canon, inscribirse en Hacienda y Sicop implica otro poco de requisitos que implican gastos económicos y el pago de un contador que sabe hacerlo bien, el pago de una póliza implica pagarla anualmente, el pago de un seguro de trabajador independiente implica amarrarse a pagar mensualmente ese seguro de por vida con la CCSS (porque luego no se puede renunciar a ese seguro y si no lo seguís pagando la CCSS se encarga de sumarte la deuda año con año y ya no podrás participar nunca más en ninguna contratación con el estado, y tampoco podrás recibir atención médica en centros de salud de esa institución).

Y en muchos casos todo eso para solamente participar en una o dos oportunidades al año. ¿Absurdo? Sin duda, los emprendimientos del arte y la cultura no son empresas que funcionan todo el año y en todo momento, en su gran mayoría son ocasionales. Así es entonces como se cierran las puertas y muchos no vuelven al año siguiente, ni a Transitarte, ni al Festival de las Artes ni a otros espacios que exigen requisitos y tramitología absurda o imposible.
Organizaciones musicales pegan el grito al cielo
Las tres organizaciones principales de la música -Unión de Trabajadores de la Música, Artistas y Afines (UTM), la Asociación de Compositores y Autores Musicales (ACAM) y la Asociación de Intérpretes y Ejecutantes (AIE Costa Rica)- emitieron una manifestación antes del inicio de Transitarte donde dieron a conocer la realidad de requisitos tan absurdos como pedirle a los artistas una patente para poder participar en el evento.
Estas tres asociaciones expresaron su preocupación “por las medidas restrictivas que desde distintas instituciones del Estado costarricense se vienen implementando en nuestro país, en relación con la posibilidad de realizar actividades musicales, atentando contra el derecho al trabajo de quienes formamos parte del gremio de personas trabajadoras de la música”.
En el comunicado en particular se refieren a que algunas municipalidades, como la de San José, “están exigiendo a personas físicas, trabajadoras independientes de nuestro sector, contar con una patente comercial para poder ser contratadas”.

Consideran que este requisito es un atropello a los artistas, porque hay resoluciones de la “Sala Constitucional que establecen la diferencia entre una actividad lucrativa y aquellas en las que se pretende obtener una remuneración justa y digna a cambio de una prestación de orden profesional”.