La posverdad en Costa Rica no tiene quien le responda ◘ Voz Propia
Por Gustavo Adolfo Araya M. La posverdad en Costa Rica -como aseverar que la ex ministra de salud ha sido víctima en algún sentido- es necesario ponerla en evidencia y combatirla. De lo contrario queda como si fuese una “verdad” y termina -por ausencia de denuncia- perpetuándose y generando una única visión (obviamente falsa).
PRIMERO: Lo cierto del caso es que la señora Chacón fue resultado de lo que se ha criticado en otros partidos políticos: nombramientos a personas sin los atestados y experiencia para ocupar cargos públicos. El fenómeno se ha denominado, cuando se trata de otros partidos, como nombramiento de “pegabanderas”. Pero por alguna razón extraña, esta vez se ha pasado por alto.
SEGUNDO: Demostró –y de ello hay evidencias múltiples– incapacidad para dirigir la política pública de salud en el país, haciéndolo de manera arbitraria, sin apego a ciencia y técnica (dicho por personas que sí tienen los atestados y la experiencia).
TERCERO: Su vigencia en el cargo NO dependió de capital político propio, sino que fue necesaria la intervención urgente y con toda la fuerza, a través de un discurso violento y plagado de gesticulación amenazante -en una conferencia de prensa extraordinaria de parte del propio presidente.
CUARTO: Se requirió del control político -no una sino múltiples veces- de la Asamblea Legislativa, casi hasta valorar el voto de censura, para verificar e investigar sus actuaciones irregulares (tanto en el ámbito de la salud, como en el caso de pagos bajo sospecha de ilegalidad).
QUINTO: Pese a ser un símbolo para la anti ciencia y contra las políticas sanitarias, tampoco resultó del todo acogida su gestión por parte de sectores antivacunas y contrarios a las medidas sanitarias contra el Covid procuradas por el gobierno anterior, porque no contó con la capacidad para fundamentar sus acciones y requirió de atajos y elucubraciones para sostener sus designios.
SEXTO: Puso en crisis al Gobierno -una de las dos más relevantes para esta administración- de manera permanente y que continuará, al revelar la posible existencia de una red de manipulación de la opinión pública.
SÉPTIMO: Se convirtió -por incapacidad argumentativa, por acciones que rozan con la ilegalidad y por un manejo deficiente del discurso- en un foco permanente y frecuente de crisis para el Gobierno. Siendo con ello noticia siempre y por lo tanto dando material suficiente para la “prensa canalla”, teniéndose que emplear a fondo varios otros personajes oficialistas para sacarle las castañas del fuego.
OCTAVO: Aún con un costo alto para el Gobierno, teniendo que dejar a una de sus figuras más emblemáticas y defendidas, el costo político fue finalmente relativamente menor al aceptarle la renuncia que el continuar apostando capital político del más alto nivel para mantenerla en el ministerio.
NOVENO: El rumor de su llegada a la Asamblea Legislativa – más allá de si se da o no – es creíble, porque hay plausibilidad de tal acción: 1) Tiene causas abiertas en el Ministerio Público y podría tener más 2) Requeriría por lo tanto de inmunidad luego de su salida 3) está en la lista de posibilidad de llegar una curul 4) El mismo presidente la defiende y tiene por figura valiosa.
CONCLUSIÓN: Los presuntos “logros” de su gestión (si es que los hubiera) como señala la posverdad, palidecen ante lo elementos lógicos y pruebas fácticas de su ejercicio y condiciones. Por lo tanto lo cierto es que no cumplió en ningún sentido. La posverdad debe hacer un esfuerzo importante por tratar de desinformar y presentarla como víctima y además como una heroína. Siendo ambas características claramente separadas de la lógica y de los hechos.
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