Piza contra Alvarado: el escenario posible
Geovanny Jiménez S. Politólogo. Opinión. En este momento muchos tiran las campanas al vuelo planteando un escenario para algunos temido, para otros posible: Juan Diego Castro (JDC) o Antonio Álvarez Desanti (AAD) serían el próximo presidente de Costa Rica.
Pero, ¿por qué no plantear un escenario de confrontación final entre otros candidatos que tiene claras posibilidades de lograrlo? Muchos temen por el populismo, otros por las maquinarias electorales y algunos incluso no confían en el elector costarricense. Planteo otro panorama que es no solamente posible, sino creíble, y con el que desde finales de noviembre vengo prediciendo “marcadores” distintos. Me explico mejor y con datos precisos a continuación.
El de JDC se trata de un “voto populista”, usualmente del tipo “voto protesta” y que se encuentra en la gente con menores condiciones educativas o/y socio económicas. Es naturalmente un voto “antipolítica”, resfriado por la corrupción y radicalista. Es un voto casi agotado para él, por eso creo que anda en su techo. Aquí la gran excepción puede ser que este candidato logre convencer con propuestas, pero ha dejado claro que no las tiene, aunque a nivel mediático (prensa y publicidad) está ya intentando ganar por ese lado (lo del tren).
Hay también un “voto protesta” que es más educado e inconforme que finalmente se decanta por el “menos malo” o mejorcito y es el que, a pesar de los pesares, prefiere al PAC que a los demás. Las elecciones anteriores así lo han demostrado (desde el 2004), pero además en este momento queda claro que el rechazo es muy fuerte, pero hay un grupo de votantes que reconocen en este Gobierno aciertos importantes. En principio, que esta situación de corrupción con el Cementazo haya sido visible corresponde a un Gobierno que, parece ser, se ha entregado a la culpa, pero que además está alimentado en una estructura estatal corrupta. Eso es muy grave, no deja de serlo, y es repetitivo, pero es un troyano que está cargando con todos los partidos y todos los poderes. Incólume el TSE hasta el momento.
Volvamos a los datos. Un 15% (según el margen de error entre 12 % y 18% es nada en este momento y solo crea una falsa idea de que JDC o AAD están liderando, pero yo creo que ambos en su techo, el primero porque su voto natural ya se manifestó, el segundo porque tiene un porcentaje de rechazo muy alto. Es decir, hay un 35% más o menos que podría inclinarse por otros que no son los “líderes” actuales. Y con ese porcentaje repartido entre dos o tres los superan. Veamos escenarios posibles:
Piza. Viene estancado en el 11-12%. Con un 10% agregado llegaría a un 21% aproximado.
Alvarado. Anda entre 4 y 8%. Con un 15% sumado llegaría al 19-23%.
Hernández. Está en 6-8%. Súmeles 10% más y llega al 16-18%.
Estas son proyecciones de una eventual repartición del voto en cantidades similares. Eso puede ser equivocado. Es decir, el doctor Hernández podría sumar hasta 15% y quitarle a Piza un 5%. Pero también Alvarado puede sumar muy poco y dejarle a los demás un porcentaje mayor. Incluso Fabricio Alvarado, que viene conquistando votos cristianos conservadores podría ponerse al corte de ellos, hasta maltratar a cualquiera de ellos.
Ahora bien, haga el cálculo, reparta ese 35% aproximado de indecisos entre los 4 candidatos con posibilidades reales y verá que todos alcanzan a JCD y AAD. En síntesis, los “lideres” con techo y los demás con todas las posibilidades de crecer. ¿Complicado? No. Vamos a eso…
A ver… hay un público que estaría en darle perdón al PUSC con este candidato dicharacherero sin claridad propositiva, pero aliado de la familia y los valores tradicionales. Pero como ya lo planteé en otro artículo, está de frente contra el doctor Hernández, que ya le está atacando sin miramientos. Hay una división clarísima: Piza tiene atrás a don Miguel Ángel Rodríguez y su grupo con una visión elitista-histórica, mientras el doctor amalgama los deseos que Calderón Fournir por reinvindicarse. Ambos coinciden en eso, no tiene liderazgo o fortaleza propia, pero tienen capacidad dirigencial y pueden manipular espacios de avance.
Y el PAC. Este partido, al que pertenezco -y no lo niego- está de frente a una prueba: seguir convirtiéndose en la mejor propuesta que aspiró desde su fundación. No es defendible lo que el Gobierno haya hecho mal. Pero el PAC sigue siendo más honesto en su propuesta, aunque no guste -como en este caso- a los sectores más conservadores del país, porque es evidente que el PAC acuerpa el discurso y los intereses a favor de los derechos humanos. Sin embargo, hay algo que pervive en la imagen del elector: este es el partido mejorcito o menos malo. Se le podría colar la corrupción, sí, pero hay un elemento de fortaleza para esta coyuntura: tiene a Ottón Solís, luchador incansable contra la corrupción. Rechazado por directo, pero hoy apreciado por eso. Así es la idiosincrasia del electorado: sabe, de alguna extraña manera, dónde está lo que mejor le conviene -según su sentir- a este país, pero además donde está la alternativa que al menos no implica tanta carga peyorativa.
Pero… ¿Ya antes se equivocaron y mucho? Sí, sostengo que el electorado costarricense ha madurado, y con él la democracia.
¿Que puede ganar JDC? Sí, como cualquier otro. Piénsese además en la volatilidad del voto y la idiosincrasia electoral costarricense. Por ahí vamos encontrado pistas para comprender. Falta mucho por decir y observar.
Según el Estado de la Nación y el CIEP, hay un 25% de voto cambiante de un mes a otro. La gente puede estar apoyando a alguien en este momento, pero luego cambiar de opinión. Más aún si la gente está en esa encrucijada popular de que “no hay por quien votar”.
El costarricense ha demostrado un poco más de madurez política, aunque haya una masa importante de gente ignorante del proceso político y de la conformación del Estado que, además, demuestra total desinterés. El partidismo está en caída, evidencia de ello es el liberacionismo que, de manera impensable hace dos elecciones, ya no está apoyando a su partido y candidato actual. Y eso evidencia precisamente esa madurez electoral que afirmamos.
Otro elemento idiosincrático es que los votantes prefieren a los candidatos más moderados, menos conflictivos y quizás ideológicamente de centro. Así se comprobó en las elecciones anteriores y era algo que se venía gestando en elecciones anteriores. El tico es así, aboga por la agresividad pero a la hora determinada se inclina por la moderación, más cuando se trata de asuntos que entiende importantes.
En este punto es importante pensar también en el concepto del clivaje, ampliamente explicado por Diego Fernández Montero en este artículo. Este colega sugiere también un escenario Piza vs Alvarado basado en el clivaje entorno al antogonismo ideológico sobre los derechos humanos. Piza estaría recogiendo el discurso conservador y Alvarado el progresista. El clivaje y el análisis de números que hace Fernández -con algunas variantes a las que ya expuse aquí- se unen a las razones que ya puse en mi artículo, en el que -aclaro- no pretendo hacerlo como spoiler, sino simplemente como una posibilidad de otras. (Párrafo incluido posteriormente a la fecha de publicación de este artículo: 17 de diciembre).
Si me preguntan a mí, proyecto una final entre Piza y Alvarado, pero es solamente un escenario posible de muchos otros. Y tiene sentido, más ahora que parece que el PLN está sin espacio de acción, y que JDC está estancado en su alcance natural. Pero además, como lo expliqué, por los elementos particulares de esta elección y de la naturaleza electoral del costarricense.
