¿Perdería usted la finca porque no le gusta el trabajo que requiere para hacerla mejor?
Opinión. ¿Perdería usted la finca solamente porque el trabajo que necesita para salir adelante es difícil y prefiere entregársela a otros que la saquean o la destruyen?
Imagine que usted tiene una finca y durante años, con ayuda de otros que le han ofrecido sus servicios, ha cosechado en ella diferentes frutos. Gracias a ella, logró construir un mejor establo, amplió la casa, logró conservar una buena parte de montaña y hasta tiene un campo de flores para ofrecer polinización a las abejas. Durante años, la paz y el sistema de agricultura sostenible, donde participan todos en su familia, por lo general los mantiene contentos.
Imagine también que tiene un hijo medio vagabundo, una hija conflictiva y un veterinario que ya no hace tan bien las cosas como antes. Agregue que las lluvias fueron pocas y la tierra no ha sido tan fértil en los últimos años, que hubo un deslave en un cerro y afectó un sembradío. Además, la situación se complica porque el administrador y contador de la hacienda cometió errores y a veces no hay flujo de caja suficiente para comprar lo necesario (los insumos). Y que tiene sospechas con el manejo del dinero en algunos casos.
Pero tiene una hermosa finca, con caballos, criaderos, sembradíos que producen, terreno protegido, florales, un riachuelo y una familia que, a pesar de las dificultades, vive bien y de manera estable. A veces no pueden gastar en lujos y deben racionar el consumo, los delincuentes les roban y los precios cambian siempre. En otras incluso pueden comprar un tractor nuevo.
Pues bien, ahora imagine que decide cambiar de administrador y contador, porque el anterior se ha equivocado. Y entonces el nuevo administrador, de repente, se hace muy amigo de su hija conflictiva y su hijo medio vago, le guiña el ojo a su esposa, manipula a su antojo a los trabajadores y, de repente, parece que quiere apoderarse de su finca.
Resulta que en lugar de producir flores y conservar el bosque, quiere chapear y talar para vender la madera y evitar gastos en abonos para las flores. Además, quiere comprar todo el alimento de otras fincas y ya no producir sus propios gallineros ni hortalizas, porque es mejor comprar al vendedor de la calle del mercado del pueblo todo. Y habla de una falsa promesa de traer turismo e inversionistas a la finca, pero no se ven esas nuevas inversiones.
Además, cuando el administrador sale al pueblo y se reúne con banqueros y personalidades de la comunidad, acostumbra presumir el bosque conservado que la finca tiene desde hace muchos años, y dice que valora a los trabajadores que producen hortalizas, flores y demás productos que quiere reemplazar con las compras en el mercado.
Y su familia, así como los inocentes trabajadores, consideran que todo eso es bueno, porque el nuevo administrador los tiene ganados con promesas y mentiras cada semana. Le dijo al hijo que con el ahorro le compraría patines nuevos y una motocicleta moderna para que salga a conquistar el mundo. A la hija le dijo que le daría un nuevo apartamento para que se fuera y no tuviera que “aguantarse a su familia”.
Y en el caso de los trabajadores los tiene drogados con el humo de un supuesto gran aumento cuando todo ese “ahorro” se logre, pero al único que le aumentó fue a su fiel capataz, un “yes, man“. Invita a sus amigotes a sustraer la leña del bosque, tomar el agua del riachuelo, sustraer los frutales y venderlo todo a su antojo, es decir, saquean la finca para beneficio de sus compas, a quienes debe varios favores.
Usted está preocupado, porque bien que mal la finca es de todos, no solamente suya, siempre ha sido una democracia y el criterio de todos es importante. Y a pesar de las sospechas cada vez más fundadas de que esto terminará muy mal, usted respeta profundamente el sentir de su familia y de sus trabajadores. Ama su finca, pero más a ellos. Ama la montaña amenazada con la tala, ama las flores y las abejas; sabe de la importancia que tienen, ama los sembradíos de hortalizas donde orgánicamente cosecha culantro, lechuga, chiles, zanahoria, rábanos y demás. También le gusta comer pollo sin hormonas y carne sin sustancias extrañas. Pero sus trabajadores y su familia no se dan cuenta de lo que pasa, o prefieren callar por los supuestos beneficios que les tocaría.
Si vuelve al administrador anterior puede fallar como lo hizo antes, donde cometió errores, pero al menos tenía algunos valores para preservar la producción propia, el bosque conservado, las flores para polinizar, no le mentía ni engañaba a su familia, no se expresaba de manera desagradable en contra de quienes no estaban de acuerdo con él, no hacía promesas falsas, de humo, ni le hacía favores especiales -con su finca- a sus amigotes. Pero ese administrador nunca supo presumir su trabajo ni fue labioso con su familia, ni pretendió mentirles y manipularlos.
¿Perdería usted la finca?
El administrador de antes había logrado cosas tangibles, aunque el sacrificio había sido duro, lujos y beneficios habían sido suspendidos. Incluso el nuevo administrador hizo algunos pequeños cambios y se atribuyó los logros que había dejado cimentados el anterior. Por ejemplo, el nuevo establo fue pintado y el nuevo dijo que se trataba de su gran obra.
Incluso usted ya había tenido también malas experiencias con otros administradores que tuvo 8, 12 y 16 años atrás. Habían querido robarle varias veces, de diferentes formas. Por eso usted tenía que buscar uno nuevo, uno que cambiara todo eso, pero ahora el asunto se complica aún más.
¿Perdería usted la finca porque ahora requiere un trabajo que implica esfuerzo y prefiere entregarla a un administrador que les pone a todos el asunto en una bandeja de mentiras, donde el sacrificio es para los productores de la finca y la ganancia para los vivazos intermediarios? ¿Perdería usted la finca por no admitir que se equivocó de nuevo con el nuevo administrador y sus falsas promesas que se convirtieron en humo?
¿Qué haría usted entonces? Piénselo seriamente, porque esa finca es Costa Rica en este momento.
¿Será que hoy los costarricenses no saben lo que cuesta y vale una finca como esta, y les importa un rábano venderla o perderla de cualquier manera? ¿Será que los costarricenses nunca comprendieron el valor de una estructura legal, institucional y democrática sólida? ¿Quizás deberán aprender a palos de nuevo, para darse cuenta de lo que costó llegar a tener esta finca desde 1948?