La película Argentina 1985 y la naturaleza de las dictaduras ◘ Voz Propia
Por Mauricio Azofeifa. Viendo la película Argentina 1985 me percaté de situaciones propias de la caída de un régimen que dichosamente nos son completamente ajenas.
En primer lugar uno tiende a pensar que las dictaduras, en especial una tan cruel y criminal como la de Videla y los militares en Argentina, eran imposiciones casi extraterrestres de tiranos exógenos que sometían a toda la población, que al caer estos, toda la población celebró de manera uniforme la recién conseguida libertad obtenida.
La realidad es que por brutal que sea una dictadura, siempre habrá una buena parte de la población y de los grupos de presión que defenderá su actuación y los considerará garantes de valores o condiciones que piensan que deben defenderse contra los verdaderos enemigos del país.
Gente hasta en algunos casos buena, haciendo malabares para justificar homicidios y torturas en nombre de lo que consideran valores, algunos domesticados por la tradición, y algunos otros que lo consideran una medida extrema pero necesaria, en defensa de un mal mayor.
También cuentan con el trabajo comprometido de estructuras de poder, especialmente las militares, que actúan tanto por convicción como por conveniencia.
Otra cosa interesante es como cuando se van no terminan de irse, siguen los mismos soldados, pero también los mismos auditores, los mismos maestros, contadores, médicos, abogados, algunos felices y disfrutando de la democracia, y algunos añorando tiempos pasados y preparados para un retorno en cualquier momento.
Y resulta vital el papel de los jóvenes, que son los llamados al cambio, a la resistencia, al idealismo, que su ascenso al poder requiere una curva de aprendizaje, que muchas de las anteriores generaciones van a rechazar por miedo u obstinación.
Por eso resulta preocupante cuando uno ve comentarios en redes sociales que desestiman el valor de la democracia, exigiendo la llegada de un líder autoritario que venga a poner orden y acabar con situaciones que les hieren y socavan su estilo de vida.
Asusta porque las dictaduras no solo suponen el final de las votaciones, vienen indivisiblemente acompañadas de represión, y la represión se manifiesta con muertes y torturas, y quienes mueren son personas como nosotros, condenados por discrepar o exigir nuestro soberano derecho a elegir los destinos del país, y las que lloran son madres como las nuestras en barrios como el nuestro.
Dichosamente esta realidad nos es totalmente ajena, y espero que así sea hasta el fin de los tiempos, pero el arte tiene eso, nos ayuda a no olvidar, a comprender a los otros, a poder clamar como seres humanos: ¡Nunca más!
Siga Culturacr.net en nuestra página de Facebook.