Aberrante y rebuscado: ¡Otra vez el Premio García Monge fue declarado desierto!
OPINIÓN. ¡Qué vergüenza tanto engreimiento cultural con algunos jurados! Por segundo año consecutivo el Premio García Monge de Comunicación Cultural fue declarado desierto. Las excusas, no razones, son evidentemente rebuscadas y de una rigurosidad ilusa, que más parece exigida por gente que desconoce el medio en cuestión.
Cabría también preguntarse, si es tanta la rigurosidad para otorgar este premio, por qué no hay proyectos o propuestas que cumplan con esos rigores que define cada jurado, cada año, a su antojo.
¿Se valora la trayectoria de una persona o un proyecto, o su trabajo durante el último año? Eso no está claro y, en cada premio, cada jurado decide lo que quiere valorar. ¿Quieren un premio que esté enmarcado en una serie de condiciones academicistas absurdas y contrapuestas a la realidad o un trabajo digno, esforzado y de calidad concordante con la exigencia actual de la comunicación de la cultura? ¿Será porque no hay interés ni financiamiento para proyectos que se esfuercen para divulgar la cultura que las propuestas ideales no existen?
Por esa última razón, por ejemplo, proyectos antes premiados desaparecieron, ya sin interés. Y por esa razón proyectos como Culturacr.net tuvieron que convertirse en periódicos nacionales con alcance amplio en cuanto a temas de cobertura periodística, porque trabajar solamente la cultura tenían a este esfuerzo empobrecido.
Las excusas para no declarar el Premio García Monge
Según el MCJ el jurado hizo un análisis “tomando en cuenta la rigurosidad de la preproducción, producción y posproducción de los productos de comunicación postulados, así como su pertinencia, alcance y profesionalismo”. Además, ojo a esta tontería, según el jurado, las propuestas “deben destacarse y superar el modelo del trabajo cotidiano, que se realiza en comunicación cultural”.
Y como si esas excusas no fueran suficientes, “debe interpelar a las diferentes zonas y regiones de Costa Rica, más allá del valle central, y poner a dialogar los diferentes entornos y saberes de las personas habitantes del país”.
Mi sensación fue esta: rebuscado con una rigurosidad academicista que busca un tipo ideal que no existe. Y es entendible, la mayoría de jurados vienen de las universidades estatales, a las que defiendo, pero a las que también hay que decirles lo que está mal, y es cada año evidente que rebuscan entre sus mismos pares, en la endogamia académica, a quienes premiar, desdeñando la oferta externa a ese mundo privilegiado.
Quizás por eso no existen, precisamente, las propuestas en esa dirección, porque sería como fabricar un proyecto para recibir ese premio, un constructo prediseñado acorde a los requisitos que se suponen. Pero esos requisitos en realidad cada jurado los establece cada año, como dije, a su antojo, con base en las generalidades del reglamento y las posibilidades de interpretación que existen.
Indistintamente de mi caso del año pasado, me parece indefendible declarar estos premios nacionales cuando hay tanta necesidad de estimular, de motivar y promover los escasos esfuerzos en esa dirección. Lo dije y repito: es aberrante.
Este año, además, el anuncio de esos premios se retrasó casi dos meses, lo que es sospechoso como inusual, porque el Ministerio de Cultura no expresó la verdaderas razones para un atraso de esa índole.
Para dejarlo bien claro: no tengo idea, al momento de escribir este artículo, quiénes fueron los jurados de este premio, no sé si los conozco o no, para mí son 5 personas totalmente ignotas, porque el Ministerio no las dio a conocer (o no lo he visto).
El año pasado un jurado de 5 mujeres (sin respeto a la paridad) decidió también declararlo desierto después de una situación anómala en la que este servidor no había sido incluido en las deliberaciones del jurado, a pesar de que sí existía una propuesta enviada. Tuvieron una segunda reunión en la que valoraron al candidato excluido por un supuesto error material, y aún así decidieron no considerarme merecedor del premio. Eso es enteramente respetable, a pesar de contar con al menos tres quinquenios de labor de la difusión de la cultura. Pero declararlo desierto fue una vulgar bofetada a quienes participaron y, al final, me pareció que la decisión respondió más a mi sexo y al no encontrar una propuesta con perspectiva de género. Pero esa fue otra historia, en aquel entonces escribí un artículo que comparto aquí.
Don Joaquín García Monge estaría muy molesto por ver lo que sucede con esta situación.
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