OPINIÓN. Hay un mérito innegable del Gobierno: ha sabido vender el brete que el Estado siempre hace como si fuera obra suya.

Esa afirmación es fácil de visualizar en todas las giras que hace el mandatario Rodrigo Chaves, incluida la más reciente por el Caribe costarricense.

Antes se hacía más, quizás el doble, pero nadie sabía porque la misma “prensa canalla” no informaba, lo bloqueaba o simplemente invisibilizaba, y porque la comunicación gubernamental de las dos administraciones anteriores fue deficiente.

Hoy tampoco se sabe mucho, pero Casa Presidencial le informa efectivamente al grupo de fanáticos y seguidores que defienden al macho alfa de la manada, mediante una conferencia semanal (al estilo de Manuel Andrés López Obrador en México y otros gobiernos que inventaron este modo de comunicación directa), así como de “influencers” con videítos manipulados, un grupo de troles dispuestos siempre a defender o atacar incluso con ofensas, entre otros canales.

Tanto es así que Rodrigo Chaves pasó año y medio inaugurando un tanate de obras que fueron concebidas, diseñadas, financiadas, aprobadas, con estudios y construidas inicialmente en la administración anterior. Todavía hoy el señor inaugura obras como el Hospital de Turrialba echándose los méritos con un desparpajo inédito en la política costarricense.

En la comunidad cabécar de Bratsi, en Talamanca, inauguró el nuevo Liceo de Usekla, una obra que fue adjudicada en firma a finales del Gobierno de Carlos Alvarado, después de 2 años de retraso por una apelación y la tardanza de la Contraloría en aprobarla, porque la obra había sido adjudicada originalmente en 2020.

Chaves se burló cuestionando con alevosa provocación a la duda: “por qué sería que se retrasó tanto”. Finge desconocer la legalidad y el funcionamiento del estado de derecho costarricense. Lo curioso es que si no fuera por esa demora él no hubiera sido quien la inaugura.

Esa obra es solamente un ejemplo, porque incluso ayer inauguró una ampliación de una fábrica de alimento para animales producido desde los insectos cuya ampliación no es más el mérito de un país que brinda condiciones favorables para que ahora las empresas estén ampliándose. Pero estoy seguro que si hacemos una lista, cerca del 95% de lo inaugurado por Chaves son obras que nacieron en el 2021 o antes.

Y tampoco lo podemos culpar por eso. No, es lo normal en un estado como el costarricense, donde las obras se van gestando con el tiempo y eso sobrepasa gobiernos de 4 años. Lo que es reprochable del mandatario es que en cada inauguración asuma esa actitud detestable de robarse el mérito de una obra que sucede porque el estado costarricense tiene una institucionalidad robusta que permite el avance por inercia, incluso cuando lo retrasa.

¿Pero quién se da cuenta de eso si en las conferencias la fanfarria del señor Robles es lo que impera para que sus seguidores imaginen y se ilusionen, desde una emocionalidad generada falsamente, que todo es obra de él?

Pero igualmente no podemos culparlos, no se conoce la realidad nacional desde la ingenuidad, la desinformación y la manipulación, excepto que se tengan conocimientos y capacidad crítica para hacerlo.

Pero entonces viene la pregunta final: ¿cuándo será que los NO fanáticos que defienden al presidente populista se darán cuenta de todo y reaccionarán para poner las cosas en el lugar justo? Ese es el misterio, pero yo creo que pronto.

A quienes sí podemos culpar de lo que sucede son a quienes sabiendo que el mensaje del presidente Rodrigo Chaves es falso, siguen fanática y enfermizamente defendiéndolo. Bien lo dijo el maestro Bertolt Brecht:

“El que no conoce la verdad es simplemente un ignorante, pero el que la conoce y la llama mentira, ¡ese es un criminal!”