¡Los pobres se merecen la pobreza!
Durante mi vida he escuchado a gente adinerada considerar que los pobres se merecen la pobreza. Eso aunque no me ha gustado, ciertamente no me ha sorprendido. Estos dìas lo que me ha dado mucha tristeza es ver opiniones de gente pobre (o que salieron de hogares pobres) en las redes sociales, con comentarios en los que, explicita o implicitamente, dejan ver su acuerdo la afirmación anterior.
OPINIÓN. Ahora que leo comentarios de gente oponiéndose a que los estudiantes de colegios agropecuarios (con muchos estudiantes pobres) reciban una instrucción utilizando recursos tecnológicos de punta (drones), se me viene a la mente esa frase.
Con tristeza he leído algunos que vaticinan, casi con alegría, o frío desparpajo, “que eso será plata echada a perder, que esos estudiantes agarrarán esos drones como juguete y que cuando los jodan hasta ahí llegará la aventura”. Otros más creen que eso no es necesario y que con pala, machete y espeque es más que suficiente.
En el fondo de esos comentarios siento que subyace otra cosa, y es ese pensamiento de que invertir en los pobres es plata perdida, porque los pobres al fin y al cabo son pobres por nacen con una mediocridad casi genética. He escuchado a través de mi vida comentarios de gente acomodada o con plata (ojo que no generalizo, no está en mí hacer eso) que cree que los pobres lo son porque son vagos o incapaces. O sea, un pobre es pobre porque se ha merecido la pobreza. Por tanto, cualquier inversión en los pobres es plata desperdiciada.
A mí eso no me preocupa, ni me entristece, pero lo que sí me entristece es escuchar o leer comentarios de gente pobre, o que viene de hogares pobres, pero ya no lo son, que tienen ese mismo pensamiento: ¡los pobres se merecen la pobreza!
Es gente además que romantiza la pobreza (como diría mi amigo Manfred Falcón), y casi dicen que hay que agradecer a Dios por haber nacido pobres, para así tener la oportunidad de escalar socialmente mediante un esfuerzo denodado.
En el fondo lo que veo es siglos de siglos donde nos han inculcado a los pobres que nacimos pobres y pobres seguiremos. Tampoco han contribuido algunas religiones que consideran casi una virtud haber nacido pobres.
“Ese pensamiento que considera que invertir en los pobres es plata perdida”. Albert Espinoza. |
Vengo de un hogar pobre, de una cuadra pobre, un barrio pobre y un cantón pobre. Algunos dirán que había otros más pobres, sí, pero igualmente un gran parte éramos pobres.
Mis hermanos y yo salimos adelante en la vida, tuvimos la oportunidad de estudiar todos en la universidad. Hay quienes dirán que es mérito de mis padres. Pues sí, hay algo de razón en eso. Pero no es todo el mérito de ellos.
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Pienso en mis amigos de la cuadra, del barrio, que no alcanzaron esas metas y no salieron de la pobreza. Se me hace injusto decir que eso fue así porque sus padres fallaron.
Es injusto porque tal vez sus padres tenían menos recursos y su madre, a diferencia de la mía, tenía que trabajar para dar sustento a los hijos, porque con el salario de sus hijos no bastaba. Es injusto porque mi padre era maestro y mi madre tenía mucha facilidad para las cuestiones académicas y eso hacía que ella nos ayudara con las tareas. Como sea, el punto es que no me atrevería a culpar al hogar por eso.
Otro factor que contribuyó creo yo a que algunos del barrio saliéramos de la pobreza y otros no, es el hecho de que tenemos un sistema educativo que privilegia básicamente habilidades lógico matemáticas, y en mi casa casi todos los hermanos teníamos ese tipo de habilidad. Por eso, la escuela, colegio y universidad no fue difícil, o tan difícil como sí para otros que no tenían este tipo de habilidades.
En suma, no voy a hacer determinaciones, pero me parece muy arriesgado creer que los pobres se merecen la pobreza.
Creo firmemente que el sistema educativo debe brindar mayores oportunidades a otros para salir de la pobreza. El pobre no es pobre porque quiera serlo, ciertamente hay pobres que no aprovechan las oportunidades, pero otros sí. Igual como los hijos de padres acomodados que aprovechan las oportunidades que sus padres les brindaron, pero otros no.
El aprovechar o no las oportunidades, sea por desidia o por falta de capacidad, no es exclusividad de una clase social.