Las encuestas electorales: de la realidad al fraude, ¿cuál es el trecho? – Parte I ◘ Reportaje especial

Las encuestas electorales: de la realidad al fraude, ¿cuál es el trecho? – Parte I ◘ Reportaje especial
Haga clic para compartir en su red preferida:

ARCHIVO. Los estudios de opinión o encuestas de opinión son, en sana teoría, herramientas de investigación para el conocimiento de lo que sucede sobre un tema en la realidad de un momento dado.

A las puertas de un nuevo proceso electoral es muy necesario saber, primero, un poco, qué son las encuestas y para qué sirven.

Las benditas encuestas

Las encuestas electorales, en particular, se enfocan en conocer la opinión político-electoral de las personas en torno a sus preferencias previo o durante un proceso electoral. Pero también existen estudios de opinión para saber preferencias comerciales que son usados en campañas de publicidad de productos, por ejemplo. Las encuestas son un instrumento de amplios alcances que nos ayudan a conocer lo que la gente piensa, quiere, prefiere, siente o percibe de cualquier realidad que viva.

De entrada se debe tener claro que las encuestas son fotografías de un momento, en temas electorales las preferencias pueden cambiar de una semana para otra, no son oráculos para predecir lo que sucederá en el futuro cercano o, mucho menos, lejano.

Sin embargo, en los últimos años estos estudios se han enfrentado a serias dudas de credibilidad, principalmente a raíz de notables desaciertos en los resultados de las elecciones nacionales en Costa Rica.

Y el problema principal se da porque las encuestas han sido usadas para moldear o manipular la opinión pública y así condicionar las preferencias de voto en algunas personas. Más en el pasado que en el presente, ha sucedido que una encuesta puede generar reacciones adversas hacia un candidato, cuando en realidad no existen para eso, sino para medir la situación del momento.

Por ejemplo, en las elecciones 2018 la encuestadora Opol Consultores en todo momento -incluso hacia el final- dio como ganador a Fabricio Alvarado y los resultados fueron notablemente diferentes. ¿Se trataba de un sondeo no confiable o la gente cambió de opinión de un momento para otro? La consecuencia de este desacierto fue que algunas personas propagaron la voz de que hubo fraude electoral, a pesar de los múltiples controles y verificaciones cruzadas que tiene el robusto sistema electoral costarricense.

También se pueden generar efectos adversos como “para qué ir a votar si ya gana X” o “no votaré por X porque de por sí no va a ganar”, entre otras ideas. Pero eso no es problema de las encuestas, sino de la gente que considera esos datos como definitivos, cuando no es así. Pero la duda siempre persiste y por eso investigamos al respecto.

¿Podemos investigar las encuestas nosotros?

“No creo en las encuestas, son manipulables y a gusto de quien las paga”, expresa un usuario en redes sociales, una opinión que tienen miles de personas frecuentemente. Y creo que no tendríamos que hacer una encuesta para saber que eso es cierto, que mucha gente opina así.

Según la regulación que sigue el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), las encuestas de orden electoral solamente pueden hacerlas aquellas casas encuestadoras que están registradas y autorizadas por esa institución. La razón es muy sencilla: eso le permite al TSE poner a disposición del electorado los materiales y resultados del estudio.

Héctor Fernández, director general del Registro Electoral y de Financiamiento de Partidos Políticos, explicó a este medio que el registro de una encuestadora implica reportar un profesional responsable (estadístico) con experiencia en la producción de estudios, garantizar igualdad de acceso a todos los partidos políticos y la representación legal respectiva.

Culturacr.net consultó también qué tipo de acceso tienen los ciudadanos a esa información y la respuesta fue muy clara: cualquier persona puede solicitar y revisar por su propia cuenta todos los materiales que deben entregar las encuestadoras. Si una persona tiene dudas sobre un estudio, puede hacer la solicitud formal al TSE y hacer su propia supervisión de lo realizado por la firma (ver anexo 1). Eso no sucede con otras encuestas que se realizan en otros temas.

La información de libre acceso incluye también “a las personas físicas o jurídicas que contratan el estudio, así como el medio de comunicación con el que se tenga acuerdo para divulgar los resultados”, explicó Fernández a Culturacr.net.

Sin embargo, el TSE no actúa de oficio, es decir, no revisa por sí mismo las encuestas ni se encarga de verificar que esos estudios se realizaron de manera rigurosa desde la ciencia estadística. El TSE nunca sabría si un estudio fue realizado de manera fraudulenta, excepto que un ciudadano haga su propia investigación y solicite formalmente una investigación al respecto.

El TSE tampoco exige ni realiza estudios por pares, es decir, que las encuestas sean verificadas y estudiadas por la misma institución u otras organizaciones, excepto que “a posteriori y con base en una denuncia, puedan ser revisadas por la Autoridad Electoral (subrayado del TSE)”, según resolución n.º 0382-E8-2018 del 19 de enero de 2018 de los magistrados del TSE.

¿Puede hacerse fraude en una encuesta?

Culturacr.net preguntó Rónald Alfaro Redondo, Coordinador de la Unidad de Investigación del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la UCR, quienes hacen regularmente estudios de opinión en el país, sobre la posibilidad de que una encuesta sea falsificable.

“Yo le daría vuelta a la pregunta: ¿Qué factores hacen que una encuesta sea confiable, robusta y de calidad? Si no se siguen algunos criterios entonces pueden existir problemas de rigurosidad o calidad de la encuesta”, planteó Alfaro.

En efecto, la estadística define varios criterios fundamentales para lograr que un estudio de opinión tenga credibilidad, entre ellos que haya una muestra representativa de la población que se investiga, con un margen de error aceptable (cercano al 3%) y un nivel de confiabilidad superior al 95%.

Pero, ¿es posible alterar los cuestionarios para que los resultados sean diferentes a los obtenidos? ¿Es posible tabular resultados distintos a los que dan los cuestionarios aplicados? ¿Se pueden hacer preguntas tendenciosas para que la gente conteste lo que el encuestador (y su cliente) desean?

Existen formas de verificar que las encuestas se realizaron ciertamente, como volver a llamar aleatoriamente a algunas personas de la muestra para saber si fueron entrevistadas en verdad. Por supuesto, eso solamente será posible en los estudios que pidan datos de contacto como el teléfono, de lo contrario “se pierde rigurosidad, confiabilidad y calidad”, en palabras de Alfaro Redondo.

Sobre las demás preguntas, en el programa “Cultura electoral 22” conversamos con el politólogo Rónald Alfaro para obtener más respuestas, pero además en la segunda parte de este reportaje le contaremos algunos trucos posibles para falsificar resultados y cómo descubrirlos, entre otros aspectos controversiales sobre este tema. El programa será publicado este viernes a las 6 pm.

Dice la sabiduría popular que “del dicho al hecho hay mucho trecho”. Investigamos con usted ¿qué tanto trecho hay entre el dicho y el hecho de que haya fraude en las encuestas?

No se pierda la siguiente entrega EN ESTE ENLACE.


Haga clic para compartir en su red preferida:

Leave a Reply

Your email address will not be published.