Cuando uno ve costarricenses asumiendo poses políticas con respecto a conflictos como el de Ucrania por “razones ideológicas” o poses históricas pro Rusia o pro EE.UU., o anti comunistas o anti yanquis, cuando ni Rusia es socialista ni EE.UU. es el policía bueno, defendiendo en el fondo una vulgar invasión, con agresión directa como está sucediendo, entiende que este país está desorientado de un tiempo para acá.
Costa Rica siempre fue un país a favor de la Paz, del diálogo y la diplomacia, pero hay personas que pretenden justificar la agresión bélica de Rusia diciendo que EE. UU. es peor. Nadie puede negar que el país americano ha cometido crímenes de lesa humanidad con sus invasiones, incluso más solapadas en algunos casos, pero eso no puede justificar ahora que Rusia invada Kiev, cuando según Putin solamente pretendía proteger los territorios separatistas de Luhansk y Donetsk. Putin le mintió al mundo de varias formas e incluso firmó acuerdos, como los de Minsk, que luego desconoció.
No señores, en la guerra NO HAY NADA BUENO, aunque usted aún viva con el resentimiento de la Guerra Fría o esos rancios prejuicios ideológicos, o piense que el asunto es un partido de fútbol. La guerra no soluciona absolutamente nada, mucho menos un conflicto, lo que hace es ensancharlo, empeorarlo y complicarlo a mediano y largo plazo.
Costa Rica es un país -y uno esperaría que sus ciudadanos también-, que asume valores y principios de paz que nada puede justificar sean rotos o se pongan en duda. Plantear posiciones a favor o en contra de un grupo o del otro, nos pone en la misma lógica de la división y la debacle humana: la lucha por el poder sin importar los medios.
Hay frases muy significativas que los grandes pacificadores del mundo dijeron, una de ellas que leí ayer me impactó notablemente (parafraseo, olvidé al autor): la guerra es donde jóvenes que no se conocen y podrían ser amigos se matan para complacer a viejos que sí se conocen y no se matan entre sí.
Pretender justificar la invasión rusa en Ucrania porque quieren combatir los abusos del régimen ucraniano (elegido mediante las urnas) es como pretender creer que Estados Unidos hizo lo mismo en Irak o Afganistán, o hace lo mismo apoyando a Israel contra el pueblo palestino. Tan odiosas fueron las invasiones de nuestro aliado del norte como la que Rusia hoy acomete. Es una vulgar lucha por el poder y por los recursos económicos. Una en que sacrifican vidas humanas.
Algunos incluso pretenden justificar el asunto haciendo recuentos históricos de lo que, en esos territorios ha sucedido, desde antes de la Unión Soviética, desde después de la caída soviética y algunos incluso se van siglos atrás. La historia no justifica, por las divisiones del pasado, los desaciertos de hoy que arriesgan el mañana. Aprendemos de la historia, no la usamos para legitimar la estupidez humana.
Decía Eduardo Galeano, con toda certeza, que detrás siempre hay intereses económicos de unos cuantos fabricantes de armas que estimulan guerras para enriquecerse asquerosamente en una industria que solamente genera mucho dolor humano. Dijo claramente que las guerras matan para robar, pero no lo confiesan.
Últimamente los costarricenses pretendemos ponernos a favor o en contra de todo, nos polarizamos con facilidad y en pocas cosas podemos ponernos de acuerdo, cuando en algo deberíamos estar muy claros y concordar siempre: la paz es el camino correcto. Eso es peligroso, porque nos habla de una sociedad extraviada en sus valores más robustos y consistentes.
Escribió una amiga de Facebook hoy: “La nueva pandemia: adoradores de autócratas, mesías, caudillos, déspotas, matoncitos, bocones, autoritarios religiosos y no religiosos, arrogantes, supremacistas etc.”. ¿Será que ahí está el germen del problema humano?
Lo que el mundo necesita es totalmente lo contrario que hacen países con afanes imperiales como Rusia o Estados Unidos. Es totalmente lo contrario que hacen quienes buscan poner de un lado, cuando lo mejor es no estar de ningún lado que actúe con violencia.