EDITORIAL. Tibás, 13 de mayo de 2022. Este asunto requiere objetividad y analizarlo desde las diferentes miradas, con la mayor honestidad posible.
El término de “prensa canalla”, usado por los seguidores del presidente Rodrigo Chaves, implica mucho más que un reproche a la prensa que no favorece las actuación del ahora presidente de la República. Se trata también de una excusa y de un calificativo, uno que busca acusar y culpar a la prensa que revela los hechos que no convienen a las preferencias políticas o ideológicas de algunas personas. Pero hay más.
Es innegable que hay medios de comunicación que manipulan y tergiversan la información para hacer daño, para atacar y desprestigiar personas y el trabajo de esas personas, principalmente de los políticos. El más claro ejemplo de eso, aunque no le guste a los fans de Chaves y otros grupos políticos, fue el sistemático ataque al gobierno de Carlos Alvarado.
Por supuesto, es una realidad, que hay prensa vendida, que responde a los intereses de quienes los financian, normalmente de los grandes capitales. ¿Quién puede negar que detrás de medios como CRHoy, La Nación o El Observador -por mencionar algunos- hay intereses y líneas editoriales creadas por quienes los financian? ¿Quién puede negar que la Extra, CRhoy y El Observador atacaron ingentemente al gobierno anterior y que La Nación no deja de atacar al ICE, RECOPE y otras instituciones públicas?
Qué interesa más
Hace un tiempo, en un grupo de discusión al que pertenecí, Costa Rica Nuestra -cuando solamente existían foros y no redes sociales en Internet-, un interesante debate planteaba si los medios seguían más sus intereses económicos que políticos. Descubrí entonces -era más inocente- que, evidentemente, lo que interesa a todo medio es su sobrevivencia económica y hará lo que sea para subsistir, por eso estas empresas responden normalmente a los intereses de los anunciantes o de sus inversores.
No obstante, hay medios tan grandes y con tanto alcance, que pueden jugársela también por agendas ideológicas y políticas que no necesariamente responden al interés económico. Los reclamos de La Nación y otros medios sobre cómo algunas instituciones públicas y políticos condicionan la pauta publicitaria al trato que le dan los medios va en ese sentido. Es inadmisible que eso funcione así, pero sucede, y esos reclamos son absolutamente válidos. Pero es inevitable con las empresas privadas, finalmente las empresas pagarán donde haya mejor rentabilidad.
El punto es que, en cualquier caso, la prensa lo que necesita es audiencia, tener el mayor alcance posible, porque eso justifica cobrar más o menos por su servicio, su interés económico. En eso se basa el éxito del sensacionalismo o amarillismo, que indudablemente logra venderse más fácilmente -haciéndose viral- que las noticias serias y positivas. Lamentablemente en nuestro país a la gente le importa más lo que dijo una figura del show business después de chocar su carro que si la Orquesta Sinfónica dará un concierto gratuito en un parque.