1 de abril de 2023

La caricatura del 6 de enero: el realismo mágico que nos impacta ◘ Voz propia

La barbarie logró invadir el Capitolio de Estados Unidos y nos enfrentamos a un mundo que parece haberse convertido en un chiste de mal gusto. Esta crónica crítica no deja dudas…

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Apenas empieza el año y ya nos sorprende, nos impacta y hasta pensamos que se burla de nosotros, como si estuviéramos en una de esas novelas del realismo mágico que resaltó al boom literario latinoamericano.

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Ayer 6 de enero pasará a la historia como el día cuando la mayor potencia mundial pasó de ser un país serio, de respeto y hasta miedo, al hazmerreír mundial. Una turba de “cabras locas” vestidos de vikingos, supremacistas y especies afines pudo tomar las curules del Senado en el Capitolio.

Los detalles usted posiblemente los sabe: al menos 4 muertos, destrozos y decenas de fotos para la ignominia de la otrora gran nación americana. Por supuesto, muchos memes que nos dan cuenta de que, por primera vez, un golpe de estado se fragua en América sin la participación de la embajada gringa o de que la antigua democracia que decía tener patente de corso en ese tema se transformó en una caricatura, una especie de chiste de mal gusto o una burlesca que podemos solamente asociar a la ficción de series de tv como “Designed survivor”. Otro decía por ahí que dos mitos de Hollywood cayeron: 1) que EE.UU. es el paladín que salva al mundo de la pandemia y 2) que el Capitolio es invulnerable.

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Pena ajena y preocupación subyacen a la mezcla de emociones que dejan ver a un loco vestido de vikingo en la curul del presidente de la cámara alta del Capitolio (locos a quienes la famosa serie de Netflix, Vikingos, ha impactado psicológicamente). Alguien decía que ahora sí Trump hizo grande a América (EE.UU.), “pero una grande vergüenza“.

Y no es para menos: EE.UU. tiene el ejército más grande del mundo, es un país con un potencial en armamento nuclear para destruir el planeta de un plomazo, y es un país con los mayores desarrollos tecnológicos y científicos que se pueden ostentar tanto a nivel estatal como corporativo, pero es además el país con el arma más poderosa de todas (parafraseando a Mujica): una gran capacidad de enajenar culturalmente al mundo. Por eso no es de extrañar que ahora se hable de la decadencia del imperio yanqui, pero también de que se compare a Trump con Nerón, quien incendió a Roma.

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Enajenar culturalmente al mundo: nos detenemos con fuerza aquí. Esta nación es el ejemplo (para bien o para mal) de decenas de democracias y es la nación que a través de sus productos culturales convoca a otras sociedades a imitar y querer lo que le sucede. Por eso no es extraño que un grupo de locos criollos quiera, como ya han intentado hacerlo en Casa Presidencial, tomar pronto el nuevo “búnker legislativo”. Se trata de aplicar el terrorismo contra el Estado para imponer las demandas de una minoría, una conducta que podría generar consecuencias en otras latitudes.

Un personaje tan nefasto como Donald Trump puede destruir el mundo, por eso muchos creemos que contiene la esencia misma de desquiciados históricos como Hitler o Stalin. En efecto, EE.UU. ya podrá ostentar su Stalin o su Hitler, si los Bush no lograron esa categoría en el pasado reciente. Con una salvedad: la democracia misma le puso un freno al déspota, a pesar del daño creado.

¿Apoya usted las protestas de manifestantes a favor de Trump en Estados Unidos, incluida la toma del Capitolio?

Por todo eso tampoco extraña que Facebook y Twitter -las principales redes sociales- hayan suspendido las cuentas del siniestro personaje. ¿Se imagina a Trump como un dictador con ese poder nuclear, tecnológico y militar? Por eso no extraña que ahora salten voces pidiendo su inmediata destitución, incluso antes que termine su período de ley. En el fondo creo que Trump quiere ser como Putin, pero sin el carisma y talento para eso.

A pesar de lo dicho, es escalofriante que en Costa Rica haya personas que defiendan y se solacen de lo sucedido en el Capitolio. Un abogado ligado al fabricismo, Arcelio Hernández, por ejemplo, dejó en mi muro de Facebook esta joyita: “Las más importantes elecciones en los últimos siglos. Es vital que los Demócratas no se apoderen de Estados Unidos. Trump es un gran Presidente y muy valiente. Dios le ayude”. No tengo más que agregar. Ese mismo abogado invita a la gente a un video que explica el terraplanismo. Es el mismo que acusó fervientemente, y dijo que presentaría pruebas abundantes, del supuesto fraude electoral que había sucedido en la derrota de Fabricio Alvarado del 2018 (cuyo resultado fue un aplastante 60-40%). Por supuesto, también afirmó y reafirmó que en EE.UU. hubo fraude. Aún esperamos las pruebas y la demostración.

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Los memes

Pero demos un paso más en esta reflexión: ya no se trata de que haya personas así en Estados Unidos o Costa Rica, lo estresante para muchos sensatos y cuerdos en estos países es que quienes apoyan a Trump en EE.UU. sean más de 70 millones de personas, y que en Costa Rica 4 de cada 10 votantes lo hiciera por Fabricio. Y, claro, no es casualidad que el fabricismo se haya puesto del lado de Trump, incluyendo a los 5 diputados que les quedan y quienes reiteradamente han dado evidencias de apoyar ese conservadurismo extremista. A ver, que incluso en Costa Rica un populista resentido como Juan Diego Castro (a quien se le identifica como el Trump tico) haya liderado la intención de voto y estuviera cerca de ganar las elecciones pasadas con el apoyo de decenas de miles de costarricenses.

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Jonathan Prendas, diputado fabricista apoyando a Trump.

Por supuesto, las coyunturas y los tiempos cambian, y Trump posiblemente pase a convertirse en minoría después de su instigación al odio y ataques a la democracia yanqui, así como Fabricio quizás no tenga oportunidad en el 2022, pero aún todo eso está por escribirse. Incluso, no me extrañaría que Trump sea expulsado del Partido Republicano o se autoexpulse en un futuro cercano. Estos locos terminan formando sus propios partidos autocráticos. En eso Juan Diego Castro ya dio demostraciones abundantes.

Hoy, como ayer, he de reiterar que el gran problema son los extremistas, los fanáticos y los dogmáticos, no importa si son de izquierda o de derecha, si son socialistas o capitalistas, sin son religiosos o no religiosos, si son progresistas o conservadores, si son tirios o troyanos. Los radicalismos y las visiones fundamentalistas solo traen destrucción y desgracia a la humanidad: la historia está repleta de ejemplo. Costa Rica ha sorteado, por poco, esos escenarios, pero las amenazas siguen.

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