José León Sánchez: El hombre que conmovió el ego nacional ◘ Voz Propia
Murió José León Sánchez, mucho más que el escritor más leído en la historia costarricense, se trata de un personaje impresionante.
“Quiero ser un árbol después de morir”, dijo José León Sánchez en una entrevista que le hice hace unos 10 años.
Ayer falleció a sus 93 años de edad y ayer nació un impresionante árbol en Cucaracho de río Cuarto, su tierra natal, uno que resistirá huracanes, sierras, desprecios y toda clase de maltratos, uno que conmoverá por su valentía y su inusitada magia incluso a los más fríos, calculadores y envidiosos. Uno que vivirá siglos.
José León Sánchez conmovió el ego de una nación, con una narrativa que supo expresarse con rotunda fuerza cuando transitó por los mágicos trillos de la poesía que sabe del drama humano, pero sobre todo de la reivindicación humana contra el oprobio.
José “Ocetlol” Sánchez trascendió por sus palabras, por su fuerza y porque a pesar de la historia de los vejámenes humanos, él significa el mejor ejemplo de cómo la humanidad recupera su esperanza y logra avanzar, con una dignidad que siempre sorprende. (Sigue abajo…)
¡Cuánto tuvimos que luchar porque le dieran el Premio Magón! Es insólito que un creador que haya trascendido como lo hizo Sánchez Alvarado requiera que toda una comunidad tenga que presionar para que algo así se logre durante tantos años. Un jurado valioso, responsable y ecuánime lo hizo, después de otros jurados en una ruta de evasiones.
Es sin duda el escritor más leído de la historia patria y es indígena, huetar, hijo de una prostituta, huérfano y acusado por un crimen que no cometió. No fue un escritor de cuna del Barrio Amón o Escalante, tampoco de la alcurnia cultural y política del país. No.

Los Tribunales de Justicia lo absolvieron por un delito que no cometió y por el que sufrió 30 años, al menos, de maltratos inhumanos. La Iglesia Católica le pidió perdón por haberlo culpado y haber conducido el encono social contra él por, supuestamente, haber robado las joyas de la estatuilla de la Virgen de los Ángeles. Murió triunfador.
De ser “el monstruo de la basílica” pasó a ser un best seller internacional y merecedor de múltiples premios. Un extraordinario ejemplo de resiliencia como nunca hubo en la historia de Costa Rica o, al menos, que yo haya conocido.
Por eso precisamente es fundamental un hombre, un ser humano y un escritor como José León Sánchez para un país, pero también para la historia de la humanidad. No es cualquier persona que tolera los vejámenes más inhumanos que él vivió, no es cualquiera que logra reponerse y amar la vida hasta la altura de sus 94 años.
“La isla de los hombres solos”, un testimonio humano como la catalogó varias veces, es una muestra universal de la decadencia humana, pero es también el símbolo de cómo se puede superar esa decadencia.
Chepe León, como llegamos a decirle de cariño, fue un ser humano que aprecié mucho desde mi juventud, incluso cuando no lo conocía, pero ya había leído su “testimonio humano” de un tirón con apenas 14 años de edad. Fue mi primer libro leído, el gran estímulo que me demostró que la literatura hace milagros en las personas.
Por eso cuando lo conocí, cuando lo entrevisté, cuando leyó mi novela “Una sola huella” y la prologó, y cuando me obsequió una botella de whisky para sellar una amistad que ya luego no pudimos hacer crecer por sus situaciones de salud, entonces yo comprendí que aquel señorón de brazos fuertes y mirada nostálgica era profundamente especial.
Costa Rica no perdió un escritor o un Premio Magón, Costa Rica perdió ayer 15 de noviembre de 2022 a una de los seres humanos más impresionante que ha parido esta tierra, aunque a muchos moleste que haya sido una prostituta quien lo trajo al mundo y que no haya sido blanquito y de la élite cultural y socio-política del país.
Costa Rica perdió ayer a un gran personaje de su historia, a una pieza esencial de cómo este país transita entre lo sublime y lo ridículo. Gracias maestro, don José León Sánchez Alvarado, por enseñarle a este país que la dignidad siempre es posible, a pesar de los pesares.