Homenaje: Dos mujeres, un camino hacia la montaña ◘ ArchivoCCR
Se trata de dos mujeres valientas que deben tomar un camino, el mismo, todos los fines de semana, durante 8 o más horas caminando, para llegar a su trabajo: dar clases a niños y niñas de la comunidad de Tsimari, en las faldas del cerro Chirripó.
Archivo original: 8 de marzo, 2019. Contrario a lo que usted podría pensar, este homenaje no se trata del culebrón de hace unos años que incentivaba la infidelidad hasta normalizarla.
No. Se trata de dos mujeres valientas -como se dice en el campo- que deben tomar un camino, el mismo, todos los fines de semana, durante 8 o más horas caminando, para llegar a su trabajo: dar clases a niños y niñas de la comunidad de Tsimari, en las faldas del cerro Chirripó.
Tsimari es de cultura Cabécar y -como casi todas las comunidades en Talamanca- está conformada por unas pocas casas o ranchos distribuidos por el bosque, poniendo cortas y medianas distancias entre ellas.
Allí 4 docentes, 2 indígenas hombres (Idioma cabécar y Cultura cabécar) y 2 no indígenas mujeres (preescolar y escuela), se encargan de atender una población de alrededor de 40 estudiantes de esa cultura.
La situación es difícil y las carencias se imponen. Las docentes -como ya explicamos- deben caminar 8 horas para salir de ahí o para llegar, ¡y lo hacen todos los fines de semana para visitar a sus familias! La otra vía es el helicóptero, pero evidentemente es muy caro.
¡Ellas son mis heroínas! En muchos sentidos: por lo anterior, por su vocación (dan las clases con todo el entusiasmo del mundo), pero ante todo por sus ganas de vivir y su entrega al servicio de la comunidad.
En el Día Internacional de la Mujer quiero hacer un inmenso homenaje a Lourdes Madrigal Barboza y Pamela Ortiz Benavides, dos mujeres jóvenes, educadoras, con familia (hijos) y ejemplos de amor a toda prueba. ¡Sí, son jóvenes y entregadas a su vocación y servicio!
Antier dejé su comunidad y ya hoy extraño sus sonrisas, su buen ánimo y todo eso que se siente y no es posible explicar con palabras.
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¿ALGO MÁS?
Y vamos a ser bien francos: no todas las mujeres, ni todos los docentes, ni tampoco todos los hombres, merecen un homenaje a ese nivel.
También conocí a Jose, un cabécar tímido, callado y sonriente, quien abrió un poquito su corazón para contarme historias fascinantes de su cultura. Pero sobre eso volveré en otro momento.
Y claro, ¡los niños y las niñas! Siempre llenos de sonrisas tímidas, felices a pesar de, ilusionados de la vida. Sobre ellos hay tanto que decir bueno, que la pobreza parece desaparecer, pero solo parece, porque la ayuda tiene que darse y en eso también quiero trabajar.
Sobre estas dos mujeres sobra decir que son ejemplo, pero quiero además decir que son amor. Amor del bueno, del real, del que no hay poesía que pueda ilustrar.

Hoy me enviaron una foto cuando empezaron su largo viaje hacia Turrialba, donde están sus familias, entusiastas y no pude dejar de pensar en ellas todo el día, como si eso me permitiera acompañarlas en su viaje, en su cansancio y en su pasión de vida.
Y sé que al final del día, de hoy viernes 8 de marzo de 2019, ellas llegaron exhaustas, a prepararse para salir a la universidad y seguir su formación académica…
Ojalá estas humildes palabras las animen a seguir adelante. Pamela ya tiene 4 años allá y Lourdes va para su segundo año, y las ve uno con el mismo entusiasmo de los inicios. Ojalá ellas no se vayan de ahí pronto, porque sus niños las extrañarán, ¡y cómo no!, con todo ese amor que transmiten.
Porque todos los 8 de marzo sean homenaje para todas las Pamelas y Lourdes del mundo, para todas las mujeres que no importa el esfuerzo, primero están sus sueños y su vocación de servicio a quienes más lo necesitan.
Una parte de mi corazón se quedó allá. Y espero volver por él…
A si es ellas son muy valientes ya q atraviesan diversos peligroso estoy horgullosa de mi prima Lourdes . Jesús te bendiga siempre y guarde su caminar
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