No tengo duda de que Tavo Solórzano resentirá que le ponga esas palabras clichés al lado de su nombre. Pero en sus expresiones siempre hay una sátira que debe aprovecharse.
Lúcido, brillante -ahora sí en serio-, ha sido este mae que ama la palabra como pocos en este país. Sigo con el cliché, pero no puedo decir otra cosa.
Gustavo está luchando por su vida en este momento, de ninguna manera lo estoy matando ni recordando, DE NINGUNA MANERA, pero quiero hoy en vida tener presente y claro la gran admiración que siempre he sentido por Tavo. De verdad creo que él podrá superar esta experiencia.
Lo que quiero decir es que debemos siempre hablar, sin mezquindades, sobre profesionales como él, porque aman lo que hacen como nadie. Él es editor, pero sobre todo un apasionado de la literatura en todas sus inteligentes posibilidades como nadie. Puta, él es una especie en extinción, y como tal vuelve pronto a nuestras selvas literarias.
Lo conocí en un debate que se provocó en Culturacr.net cuando las redes sociales ni aviso de existencia daban. El manejo de la Internet era limitado, pero este medio entonces abrió la posibilidad de debatir con escritos (que yo duraba rato en publicar desde el html primitivo). La web provocó un encuentro en la casa cultural del TEC en San José, que ha manejado siempre el escritor Adriano Corrales.
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Esta historia debo contarla. En ese entonces, Corrales y Solórzano se enfrascaron en una gran discusión literaria (que no viene al caso, pero deberíamos retomar). Hoy, años después, Adriano de San Martín (Corrales) entrevistó a Gustavo Solórzano.
Pero ya vuelvo. El asunto es que acérrimos enemigos literarios terminaron muchos años después siendo “amigos” literarios. En aquel momento, Adriano me reputió porque según él, yo había favorecido a Gustavo con un texto que me llegó por correo. Es una locura contar los detalles de aquel asunto, pero el asunto es que fue intenso. Era un pleito de razones. Y por eso no lo olvido.
Ahí conocí a Tavo, desde eso él mostró mucho aprecio por Culturacr, que antes fue .com, pero que con el tiempo fue variable, como es natural.
Pero la verdad era que Tavo estaba embelesado por quienes construían una literatura reaccionaria, diferente, urbana, quizás underground, quizás beat, quizá maldita… -como usted quiera definirla. Aunque en ese debate Tavo era opositor, luego fue básicamente “parte de”.
Gustavo Solórzano Alfaro siempre ha sido, con toda claridad, un intelectual claro en que la diversidad es deliciosa, válida y clara. En eso siempre lo leo, comparto. Rara vez puedo contradecir, incluso el sarcasmo (aunque lo intento).
Todo esto para decir que Tavo podía oponerse a algo y luego valorar qué tan bueno era. No sé ahora, pero espero que sea igual. Lo más importante en personas que amamos las palabras es que jugar con ellas nos puede joder.
Entiendo que es un hábil manipulador y que perdimos de vista muchas cosas hace rato, pero nunca puedo dejar de lado el valor que le ha dado a Culturacr.net, incluso a pesar de mí. Lo sé.
Tavo, volvé con tanta fuerza que yo me encargo de hacer todas las artes mágicas para que la Liga sea campeón del 30. Se lo dice un morado que ama las palabras y todo ese más allá que nos permite amarlas.