27 de marzo de 2023

El trasfondo detrás del tema de la orientación sexual

Este artículo del ex ministro de Cultura, Carlos Francisco Echeverría, realiza una reflexión directa y sin prejuicios sobre la orientación sexual.

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  • Este artículo del ex ministro de Cultura, Carlos Francisco Echeverría, realiza una reflexión directa y sin prejuicios sobre la orientación sexual.

Carlos Francisco Echeverría. Hace algunos días hice esta pregunta en mi muro: ¿Por qué les cuesta entender que la orientación sexual es un hecho biológico? Luego de leer más de 300 respuestas y comentarios, comparto algunas reflexiones.

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La primera es que la pregunta misma requiere ciertos matices. Varias personas me hicieron ver que, según estudios científicos serios, el factor biológico no es el único que incide en la orientación sexual, sino que para algunos investigadores hay elementos socio-culturales que también la condicionan.

Lo que no se puede perder de vista es que el factor biológico es el único denominador común en todas las explicaciones de base científica. ¿Por qué es importante tener esto en cuenta? Porque insistir (allí sí, contra toda evidencia científica) en que la orientación sexual es un asunto de escogencia, una elección libre de cada persona, es un error fáctico que la convierte en objeto de juicio moral y de condena, rechazo y discriminación, como ha sido a lo largo de la historia.

Esto me lleva a la segunda consideración: por supuesto que es muy difícil sacar a la luz algo sobre lo que hemos echado tierra durante siglos: el hecho de que existe una diversidad natural de inclinaciones sexuales, aunque la heterosexualidad sea la norma, la tendencia de la gran mayoría de las personas.

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Autor de nuevo libro:
“Los ticos no sabemos
qué hacer con la sexualidad”.

El reconocer ese hecho, y sobre todo el aceptar que quienes se desvían de la norma siguen siendo seres dignos, con derechos que no deberían ser distintos de los demás, es lo que se ha dado en llamar “ideología de género”. Si eso es así, me declaro partidario de la tal ideología, aunque por supuesto que no es una ideología sino una constatación de hechos reales y un reconocimiento de derechos elementales.

¿Será entonces que el prejuicio subsiste simplemente porque es muy viejo? No lo creo. Tiene que haber algo más de fondo. Un factor muy fuerte es el temor a que los niños y jóvenes puedan ser “convertidos” a la homosexualidad. Quien no la vea como algo congénito, o al menos fuertemente condicionado por la biología, puede creer que es posible convencer a un niño o niña heterosexual de cambiar su orientación. La ciencia nos dice que eso sería extremadamente difícil, si no imposible.

Pero detrás de ese temor hay algo que me parece muy injusto: la idea de que en todo homosexual hay un corruptor de menores, un depredador o un violador en potencia. Lamentablemente, la conducta de miles de sacerdotes en todo el mundo ha dado sustento a esa creencia, pero eso debería hacer que protejamos a los niños de los hombres con sotana, no en general de los homosexuales. Está demás indicar que la inmensa mayoría de los violadores y abusadores en todas las poblaciones son heterosexuales. De allí la importancia de los programas de educación sexual, que enseñen a los niños y niñas a rechazar y denunciar cualquier intento de abuso o contacto inapropiado, venga de donde venga. 

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Y hablando de injusticias, la peor de todas es preferir que los muchachos y muchachas de orientación sexual diversa sigan viviendo el ostracismo, la humillación y la vergüenza que han vivido siempre, por temor a que su existencia de alguna forma misteriosa amenace a la familia tradicional. La familia, tradicional o no, más bien debería estar tranquila de saber que si alguno de sus parientes fuera así, no van a caer sobre esa persona el estigma y el maltrato que otros han sufrido por siglos.

Dicho esto, hay que reconocer que la conducta deliberadamente chocante de algunos personajes en los desfiles “pride” le hace un mal favor a su propia causa. Se puede entender que quieran desahogarse de muchos años de rechazo y condena, pero hay que señalarles lo contraproducente de sus provocaciones. Lo que hacen es alimentar la hoguera de los prejuicios, sumándose así a quienes por temor, por fanatismo religioso o por pereza mental, se empeñan en desconocer los hechos de la naturaleza y los datos de la ciencia.

¿Y por qué hablar de este tema? Porque, además de su importancia moral intrínseca, si escarbamos un poco nos damos cuenta de que hoy está detrás, entre otros factores, de lo que nos divide como sociedad y trastorna todo nuestro sistema político.

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