Sobre “El sitio de las abras” en el Teatro Nacional

Byron Ramírez. Del 15 al 20 de setiembre estuvo disponible en el Teatro Nacional “El sitio de las obras”, puesta en escena que busca trasladar al teatro la historia escrita por el autor costarricense Fabián Dobles.
La obra fue publicada por primera vez en el año 1950 y que se enmarca dentro de la producción o grupo literario de los 40, al que se incluye a otros grandes escritores como lo fueron Carlos Luis Fallas y Yolanda Oreamuno, entre otros.
El campesino y su vida en el campo vienen a significar las bases de la historia, sin embargo este tratamiento no se limita a un aspecto meramente superficial o a una caracterización simplista del mismo, sino que se adentra en las problemáticas de una época distinta; la historia de nuestros antepasados, la historia de la lucha por nuestras tierras.
La obra se centra en la historia de la familia Vega, que llega a Turrialba con la intención de “volcar la montaña” para asentarse en el lugar y poder trabajar la tierra, su propia parcela de tierra, y así lograr construir la vida que tanto anhelan. Este ideal relacionado a la vida en el campo se va deteriorando conforme avanza la trama y va perdiendo así su carácter idílico hasta convertirse en una especie de pretexto para hablarnos de una lucha de clases entre los campesinos y los acaparadores que buscan hacerse con todos los terrenos para su propio beneficio económico.
La obra plasma la lucha por las fincas y los vacíos legales que existían con respecto a la ocupación y al arrebatamiento de las mismas. Temporalmente situada entre los años 1875 y 1947, la historia se desarrolla por medio de las relaciones que se mantienen entre cuatro generaciones de la familia Vega Sánchez, sus vecinos y la lucha que juntos tienen que sobrellevar cuando los Castro llegan a Turrialba con intenciones muy claras, hacerse con todas las propiedades sin importar las consecuencias que esto pueda generarle a los actuales habitantes de las abras, armados con dinero y con un mayor conocimiento de las leyes, las cuales usan de manera parcializada en contra de los abreros, con el propósito de obligar a estos, por cualquier medio, a vender sus propiedades.
Desde el inicio hasta el final, la obra se nos muestra plagada de elementos acústicos y de distintos juegos de luces y sombras escenográficamente atractivos a los sentidos, que logran mantener la atención de los espectadores en el hilo de los acontecimientos. El manejo de los espacios denota una gran experiencia por parte del cuerpo técnico, tanto en las buenas transiciones que hacen los actores por el escenario y por la plataforma metálica (“la montaña”, “las abras”) como en el buen uso de los artículos móviles que conforman la utilería de diferentes momentos de la historia (las rejas de la cárcel, por ejemplo).
La obra no solo se limita al sitio tradicionalmente adecuado para el desarrollo del teatro, sino que intenta apropiarse de muchos otros rincones del espacio, incluso los actores se mueven alrededor de los espectadores, interactuando entre ellos, sin dejar de lado los acontecimientos principales que se llevan a cabo, al mismo tiempo, en la tarima. Así mismo los músicos encargados de la acústica resultan un elemento acogedor que viene a aportar un ambiente muy natural que no resulta para nada forzado con respecto a los sucesos de la historia. También otros recursos musicales de los mismos actores, como el canto, por instantes, no hacen sino convertir el argumento en algo más, en un sentimiento que se contagia entre el público, especialmente en los que reconocen con cariño el relato del libro.
Con respecto a las actuaciones, éstas se muestran, en su mayoría, representadas con bastante fluidez, casi como si por un momento los personajes del libro hubieran salido del papel para conjugarse por medio de cada uno de los actores sobre el escenario. No está de más resaltar el gran desempeño de Amadeo Cordero, encargado del papel de ñor Espíritu Santo Vega y de Melvin Jiménez, encargado del papel de Martín Vega, quienes resultan sobresalientes en sus interpretaciones en cada una de sus intervenciones.
Así el sitio de las abras viene a recordarnos los desafíos a los que la figura del “labriego sencillo” tenía que sobreponerse, en otra época que se percibe ya lejana, para lograr defender su trabajo y la paz en una época que, debido a los distintos cambios en la industria y en el mercado nacional, trajo para él una serie de dificultades e injusticias que vinieron a afectar directamente su estilo de vida y sus labores agrarias. Esta obra de teatro no solo se nos muestra como un homenaje al gran escritor Fabián Dobles y a lo mucho que significó su producción artística-literaria para la historia de nuestro país, sino que también expone un pasado común costarricense como si se tratase en realidad de un homenaje a nuestros ancestros y a la ardua lucha que mantuvieron para defender lo suyo, lo que ahora simboliza nuestras raíces.
El elenco lo componen los actores Adriana Álvarez, Ana Sofía Velásquez, Elena Arredondo, Isabel Guzmán, Adriana Víquez, Gabriela Alfaro, Madelaine Garita, Mar Jiménez, Mildred Ramírez, Natalia Arias, Natalia Regidor, Noelia Campos, Allan Fabricio Pérez, Amadeo Cordero, Carlos Miranda, Diego Ureña, Elías Jiménez, Erick Córdoba, Francisco Rodríguez, Fabricio Fernández, Diego Rojas, Kyle Boza, Luis Miguel Sánchez, Manuel Martin, Marco Rodríguez, Melvin Jiménez, Néstor Morera, Noel Guevara, Raúl Arias y William Hernández.
La obra tendrá temporada para estudiantes y comunidades. Le estaremos informando.