- Hoy el presidente de la República puso finalmente el dedo en la llaga y ha provocado que el Poder Legislativo ya no tenga ganas de tolerarle más irrespetos ni amenazas y se dé una especie de rechazo natural del sistema.
OPINIÓN. Hace unos días estaba por escribir, aunque un poco dubitativo, que el presidente estaba generando un estado de “animadversión empachosa”, es decir, que iba a terminar un día por disgustar rotundamente a la generalidad del sistema y de la institucionalidad, indistintamente de sus seguidores.