28 de marzo de 2023

El conveniente uso del tejido bíblico que unos y otros manipulan según su odio ◘ Opinión

OPINIÓN. Se trata de una amplia doctrina adaptable al servicio de los mercaderes, ambiciosos o poderosos del momento, de los intereses muy humanos y egoístas que se imponen en cada época.

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ARTÍCULO DE OPINIÓN. Jesucristo encomendó recibir a los migrantes extranjeros porque su pueblo siempre fue perseguido: los hebreos monoteístas y su éxodo de Egipto, así como de otros lugares donde fueron rechazados. Luego de Jesucristo, los judíos migraron a cientos de países donde fueron bien o mal recibidos.

Más recientemente, los judíos se convirtieron en los victimarios y perseguidores. Y los cristianos, separados de los judíos, persiguieron y rechazaron otros pueblos y creencias (paganos, indígenas, negros y orientales, entre otros). Todos ellos contradiciendo la enseñanza jesuita.

En conclusión, la Biblia dice que se debe ser bueno con el extranjero y ayudarlo. Pero nuestro cristianismo hoy es xenófobo, homofóbico y provisto de un odio contradictorio que no es sorpresa, porque se alimenta de siglos de maltratos (solo hay que recordar la “Santa Inquisición” en Europa y su versión en América con la Conquista española). Se trata de eso que hoy se define como “no hay odio más puro que el amor cristiano”.

Entonces alguien por ahí defendió que la Biblia dice también que la autoridad es dada por Dios y debe obedecerle, por eso debemos obedecer la autoridad del Estado que establece que no podemos recibir migrantes nicaragüenses, que es el tema de fondo para esta reflexión. (Y es cierto, no podemos recibirlos, pero ese es otro tema).

El punto es que el cristianismo siempre ha sido muy selectivo con lo que quiere aplicar de la Biblia, la que considera la ley de Dios y última palabra sobre cualquier asunto. Pero en unos casos se aplica lo dicho en la Biblia, en otros no, según convenga al odio de moda. Y claro, se ponen y se acomodan también en el orden que convenga.

En algún momento, los cristianos defendieron que el Nuevo Testamento era la Ley a seguir porque fue después de Jesucristo e incluye sus enseñanzas, muchas de ellas que vinieron a reemplazar malas costumbres anteriores que están en el Viejo Testamento. Ah, pero no, porque resulta que el diezmo está en el libro anterior a Cristo y esa regla sí la siguen al pie de la letra, aunque los historiadores han explicado que es una costumbre propia del Estado y Gobierno hebreo, porque en ese tiempo el impuesto lo recogían las iglesias.

Por ejemplo, una máxima dice también que el hombre es la cabeza de la familia, es autoridad sobre la mujer. Hoy sabemos que esa es una gran estupidez sin ningún sentido en la actualidad. Pero esa regla sí están dispuestos a romperla si se trata de sumar el 50% de los adeptos; algo que curiosamente el catolicismo se resiste a modificar de manera obstinada y torpe.

Y así, selectivamente, podemos revisar cuáles sí y cuáles no aplican según su contradictoria conveniencia. También podemos ver cómo las manipulan para ponerlas en diferentes niveles de importancia a gusto del pastor o de los líderes del momento. Las contradicciones son interminables y, claramente, insalvables.

Se trata de una amplia doctrina adaptable al servicio de los mercaderes, ambiciosos o poderosos del momento, de los intereses muy humanos y egoístas que se imponen en cada época.

Y es una gran pena, porque nadie puede negar que también es una doctrina con notables enseñanzas, valores y principios que dan al mundo un camino decente y acertado. Quizás algún día haya una sola que recoja las mejores enseñanzas de amor y humanismo y dejen por fuera todas estas que hoy se basan en expresiones de odio como la homofobia, la xenofobia, el racismo, el machismo y afines, además de que son claramente inhumanas, que no responden a la naturaleza humana.

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