A ritmo de mariachi: Vistazos al México de hoy (7)
Esta sétima entrega de “A ritmo de mariachi” nos expone un caso muy particular: la historia política del actual presidente de México, Andrés López Obrador (AMLO) y sus particularidades.
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Bueno, amables amigas y amigos lectores, ha llegado la hora que me ha motivado a escribir estos artículos informativos sobre las relaciones entre Costa Rica y México, para llegar como pintor de brocha gorda, a pintar de unos cuantos colores la realidad mexicana de hoy, que a mí me resulta tan apasionante.

Inevitablemente también, hay que repasar algunos datos y procesos históricos recientes, los que son indispensables para tratar de comprender lo que está viviendo hoy la gran nación mexicana. Para ello, me he tenido que sumergir durante el último año en los medios de comunicación alternativos (YouTube, Facebook, Twitter, WhatsApp, básicamente), esas llamadas “benditas redes sociales” y aleatoriamente, en la prensa tradicional de periódicos, TV y radio, como fuentes secundarias que me han ayudado en mi labor.
La razón es simple pero no es fácil de resumir sin caer en generalizaciones groseras. No obstante, hay que explicar un poco el por qué de las redes sociales. Diré de partida que el actual presidente de México, el Lic. Andrés Manuel López Obrador (conocido como AMLO en la prensa), ha sido el político más atacado por la prensa mexicana durante el último siglo, para ponerlo en perspectiva, esa ha sido la tónica de su dilatada carrera política y como dirigente social durante los últimos 30 años. ¿Y por qué AMLO ha sido siempre el blanco de las críticas más acérrimas de “la prensa tradicional”? Porque sus posiciones políticas han sido siempre muy críticas de la realidad (status quo) y el juego político mexicano desde los años 80. AMLO ha sido tradicionalmente un político de izquierda y se ha mantenido fiel a sus ideales de justicia social, aunque con una clara convicción democrática.

Como vemos en este cuadro resumen de las elecciones de los años 2006, 2012 y 2018, el caudal electoral con que AMLO ganó las elecciones en 2018 no tiene precedentes: los 30 millones de votos obtenidos son el doble de los que obtuvo Calderón en 2006 (cuando el IFE ̶ actual INE ̶ consintió un fraude electoral y le arrebató la presidencia a AMLO en favor de Calderón), y esos 30 millones son un 60% más de los que obtuvo Peña Nieto en 2012, elección donde también se denunciaron irregularidades decisivas como la compra de votos y los excesos en gastos electorales del PRI, todo consentido por el INE, nuevamente.
La carrera política de AMLO inició hace 40 años en su tierra natal tabasqueña, donde libraba luchas en favor de los nativos. De ahí viene esta foto icónica, que ha significado el largo camino recorrido en las luchas sociales al lado de los pobres y explotados, hasta llegar al Palacio Nacional el 1º de diciembre de 2018 como presidente constitucional de la República de los Estados Unidos Mexicanos. En esta foto, AMLO caminaba descalzo por los pantanos tabasqueños, liderando a los indígenas chontales de la zona.

La sencillez de un líder forjado desde esas batallas, un hombre realmente surgido del pueblo pobre de México, un tabasqueño oriundo de Macuspana (municipio) y de madre claramente indígena, es una de las características que distingue todavía hoy al presidente de México, que hizo su primer viaje de Estado al exterior como presidente, en un vuelo comercial en clase turista y se alojó en Washington en la residencia de la embajadora, Martha Bárcenas, en vez de un clásico hotel 5 estrellas con la consabida “suite presidencial”, como acostumbraban sus predecesores.
Esa sencillez, auténtica, esa frugalidad en su modo de vida y de ejercicio de la presidencia, es motivo de crítica y de burla para la oposición política. Sin embargo, lo mismo en Costa Rica que en México, la oposición critica y ataca si el presidente dice o si el presidente calla, no importa, lo importante es el ataque, el desgaste de la imagen presidencial.
Esto me lleva a reseñar una breve explicación de por qué AMLO ha sido el político más atacado por la prensa mexicana en los últimos 30 años, tal como anuncié al principio. Y se trata ni más ni menos del “chayote”, para ponerlo en lenguaje vernáculo.
El “chayote” es el dinero que los gobiernos ̶ sean federales o estatales ̶ pagan a los medios de prensa para “comprar sus líneas editoriales” es decir, acallar la función crítica que la prensa ejerce normalmente en todos aquellos países, donde funciona de forma aceptable el juego democrático del poder, y donde la libertad de prensa es esencial para mantener un balance y hacer un contrapeso y un constante y cotidiano escrutinio al ejercicio del poder y la transparencia en la ejecución presupuestaria del erario.
Durante décadas, todos los gobiernos pagaban jugosos chayotes no solo a periodistas, columnistas, opinadores y presentadores de noticias, sino a los mismos medios donde estos periodistas laboran y además, los presidentes se cuidaban de dar un trato especial a los periodistas y dueños de medios, ya fuera invitándoles de tanto en tanto a fastuosos banquetes en la Residencia de Los Pinos (antigua casa presidencial), como invitándolos a todo lujo a las giras presidenciales al exterior, donde podían realizar su labor informativa en condiciones faraónicas, viajando en el fastuoso avión presidencial, del cual hablaremos en el próximo artículo.
La lista de chayoteros es enorme y la encabeza Joaquín López Dóriga, quien reinó como “dictador informativo” en TV Azteca durante años, quien se dice que ha acumulado una inmensa fortuna en cientos de millones de dólares (vid Dr. Alfredo Jalife ̶ Rhame), pero le siguen docenas de docenas de periodistas que cobraban personalmente millones de dólares al año por callar la verdad incómoda para el poder político y a su vez lavar la imagen presidencial, publicitando actos insulsos de giras al interior e inauguraciones de obras públicas a las cuales se les daba una dimensión desproporcionada. Gómez Leyva, Leo Zuckerman, Loret de Mola, Carlos Marín, Rivapalacio, Alatorre, Dresser, Krauze, etc. etc. etc. son algunos de los nombres estelares de mega chayoteros de la prensa mexicana, que amasaron verdaderas fortunas con el chayote oficial y generoso de la presidencia. Para que se formen una idea, solo en el último año del expresidente Peña Nieto (2018) se pagaron 10.000.000.000 (diez mil millones de pesos ̶ mdp) en gastos de publicidad/prensa, es decir, aproximadamente US$500 millones. Pero recordemos que esta práctica de pagar chayote con el presupuesto federal, también se replica en cada Estado de la República, donde los gobernadores hacen y deshacen a su antojo con los presupuestos estatales.
En los recientes disturbios y protestas ocurridas en Guadalajara, Estado de Jalisco, en junio pasado, salió a relucir que el gobernador Alfaro, había pagado solo en un año, más de 6 mdp (US$272.000) al intelectual Enrique Krauze, para que publicara tuits y artículos de opinión a favor del gobernador. Y solo en un año y solo a un chayotero. Hay que sumarle a los periodistas y los medios de prensa del Estado de Jalisco y se podrá dimensionar las sumas gigantescas que los gobernadores destinan actualmente a pagar chayotes.
Pero AMLO llegó a la presidencia y eliminó el chayote. Imagínense la revuelta. Imagínense el odio y la persecución y los ataques que recibe diariamente un presidente que de golpe y porrazo les quita cientos de millones de dólares EUA, a quienes estaban muy bien acostumbrados a recibirlos, fuera por vender su pluma y torcer la realidad a conveniencia del poder federal o por ocultar lo que no convenía divulgar de los excesos y corruptelas del poder.
Pero es que AMLO ya era conocido, porque entre 2000 ̶ 2005, cuando fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México (alcalde), también eliminó esa práctica de pagar chayote y ya la prensa sabía qué podía pasar si AMLO llegaba a la presidencia de la República. Había que evitarlo a toda costa. Y así lo hicieron en 2006, en la campaña electoral contra Felipe Calderón, toda la prensa hizo un solo frente contra AMLO (acuñaron la funesta frase de campaña “AMLO un peligro para México”) y cuando sucedió el fraude electoral, toda la prensa legitimó y justificó el fraude, con tal de que no llegara a la presidencia semejante amenaza a la institución corrupta del chayote mexicano.

Sin duda, esa enorme legión de chayoteros son, en estos días, miles de “damnificados del presupuesto federal” y eso no se lo perdonan al presidente; por eso, diariamente, la prensa mexicana es una colección de agravios, mentiras y manipuleos contra AMLO y esto no va a cesar, durante los próximos años. Pero gracias a Dios, ¡existen las benditas redes sociales!, y por medio de ellas uno se puede informar de lo que realmente está pasando en México, obviando al ejército de chayoteros que a diario solo destilan odio y mentiras en sus diversos medios.